Por momentos la ilusión del mundial nos hacía olvidar la triste realidad del Uruguay. Volvimos a lo que muchos asumen como «normal» aunque no deberían, volvimos a ese adormecimiento casi de cornudos, sin rebelión, sin levantar la voz, sin protestar, tranquilos entre las ovejas.

Ayer sin mediar palabra ni acción alguna un taxista fue baleado, la bala le atravesó el brazo izquierdo y por la axila le llegó al tórax. Anoche fue intervenido quirúrgicamente y se espera evolución.

El criminal que disparó ha estado asolando la zona de Agraciada y San Quintín en los últimos días. ¿Y?

Y nada, sigue suelto y si por ahí uno de nosotros en un acto de rebeldía o de auto defensa le vuela la cabeza, ahh ni problema que podemos tener.

Pero este joven y miles como él tienen armas, pero civiles honestos y trabajadores no podemos tenerlas, para ejercer el legítimo derecho a la auto defensa.

Me viene a la mente la niña de 14 años que da muerte al taxista Mario Dipolito, con su noviecito lo ponen en la valija del taxi, recorren unos 6 kilómetros lo prenden fuego y tranquilamente se van a tomar cerveza.

Éstos ejemplos, como tantos otros, ¿tenemos que tomarlos como «normales» porque suceden a diario? ¿Por qué no despertamos?

¡Despierta, Uruguay! Porque ya es tarde.

¿Y vos los queres seguir votando?

¡Andá…!

– Juan López