Esto no le va a gustar a mucha gente, pero tenemos que reconocer que ha mejorado muchísimo el trato que la izquierda no republicana dispensa a los productores rurales.

Hace cien años, los fusilaban y les expropiaban todo, como mínimo. Y con la frase «como mínimo» quiero recordarles que hay cosas mucho peores que un simple fusilamiento.

En la actualidad, solamente los exprimen económicamente para financiar y mantener el apoyo popular a su jamás exitoso proyecto de planificación central coercitiva de la vida de los otros.

Aún siendo positivo este cambio, creo que podría ser bueno que, por vía de prestar atención a este siglo de historia revolucionaria, también aprendieran una cosa:

Ensañarse con el productor rural genera hambre. Más hambre, cuanto más exitosas las medidas tomadas.

Con la función empresarial no se jode. Las consecuencias de esto las podemos ver hoy en Venezuela. Pero siempre es peor cuando el ensañamiento es dirigido contra quienes la ejercen haciendo posible la satisfacción de necesidades básicas.

Y los problemas no surgen de represalias o resistencias de los castigados, sino de las consecuencias de impedir la cooperación humana en formas biológicamente relevantes.

Podrían tener las víctimas más obedientes y mansas de la historia, que sin rebelión alguna, las consecuencias serían las mismas.

Aprendan antes de que sea tarde: Campo no es oligarquía. Es Pueblo.

– Juan Friedl