Por momentos la ilusión del mundial nos hacía olvidar la triste realidad del Uruguay. Volvimos a lo que muchos asumen como «normal» aunque no deberían, volvimos a ese adormecimiento casi de cornudos, sin rebelión, sin levantar la voz, sin protestar.

¿Qué dice el Legislador por medio de este acto? Que nada pertenece al ciudadano, nada pertenece al individuo, nada es tuyo: Todo es del Estado, y el Estado te permite retenerlo mientras no lo precise y en tanto cumpla las condiciones marcadas por el Estado.

Un pequeño grupo de personas dice que es «FACHO» reconocer al ciudadano común el derecho a tener y portar armas. Dicen que es «FACHO» legislar para que el ciudadano común pueda usarlas para defender su integridad física, su libertad, y su propiedad.

La receta para ponernos a salvo es sencilla: dosis crecientes de la vieja y brava Libertad. Cuando se aprobó la Ley que obliga a los Medios a reproducir una gran cantidad de mensajes generados en el Gobierno, me opuse.

La Prof. (Celsa) Puente consideró preocupante «…que se dé este mensaje a los escolares por parte de una publicación que llega a tantos niños.”; y me mueve a las siguientes reflexiones.

El lunes fue el natalicio de Batlle y Ordóñez; para muchos, el creador del ADN ideológico del Uruguay*. Lo que heredamos de “don Pepe” básicamente son dos cosas. La primera es la costumbre uruguaya de respetar al que piensa distinto.

Los Pueblos que no conocen su Historia están condenados a repetirla. Los que -conociéndola- la olvidan, al infierno de los cornudos. Hoy es 9 de febrero.

Hoy, más de un siglo después de Batlle y Ordóñez, vuelve a estar sobre el tapete la laicidad del Estado respecto de las corrientes filosóficas. En la actualidad, el enfrentamiento no es entre espiritualistas y positivistas o entre ambos y los católicos.

Esto no le va a gustar a mucha gente, pero tenemos que reconocer que ha mejorado muchísimo el trato que la izquierda no republicana dispensa a los productores rurales. Hace cien años, los fusilaban y les expropiaban todo, como mínimo.

Conmemorando que hoy, una vez más, el Estado se propone solucionar con más regulaciones los problemas que las anteriores regulaciones generaron, queremos compartir con ustedes un pequeño cuadro que explica el por qué, siempre, la Libertad es lo que más nos conviene.